Noemí y Mario, padres de dos hijos, enfrentaron numerosos desafíos en la búsqueda de una educación inclusiva para su hijo Cristian Pacheco. A sus 10 años, Cristian vive con discapacidad de retraso psicomotor y discapacidad visual, enfrentando limitaciones en su visión. Sin embargo, esta familia perseveró y encontró esperanza en el Colegio Síndrome de Amor de la ONG Vida Guatemala.
El camino hacia la inclusión no fue fácil. Durante el embarazo de Noemí, un accidente llevó a un parto prematuro de Cristian a los seis meses de gestación. Pasó 45 días en una incubadora, luchando por respirar por sí mismo con la ayuda de un tubo de aire. Fue entonces cuando descubrieron que tenía un desprendimiento de retina. A medida que Cristian crecía, enfrentaron la dificultad de encontrar escuelas dispuestas a recibirlo. Noemí y Mario sintieron el dolor y la frustración de ser rechazados repetidamente. La lucha por la inclusión se volvió agotadora, pero nunca perdieron la esperanza.
El desafío de la educación
La inclusión de Cristian en las escuelas ha sido un desafío, ya que han encontrado dificultades para encontrar un colegio dispuesto a aceptarlo. Incluso si lo dejaba en una institución educativa durante solo medio día, ella se quedaba esperando afuera porque siempre le decían que la llamarían si algo sucedía.
Mario es bombero y menciona que, al igual que en su trabajo, dónde están capacitados para atender situaciones dolorosas y hablar con personas a través del lenguaje de señas, las escuelas también deben estar preparadas para enfrentar desafíos similares.
¿Cómo llegaron al Colegio Síndrome de la ONG Amor de Vida Guatemala?
En su búsqueda por un ambiente educativo que aceptara y apoyara plenamente a su hijo, Noemí decidió compartir su historia en las redes sociales. Fue a través de esta valiente acción que descubrió el Colegio Síndrome de Amor de la ONG Vida Guatemala. Un encuentro que cambiaría sus vidas para siempre.
El Colegio Síndrome de Amor se convirtió en el faro de esperanza que la familia necesitaba. Aquí, no solo encontraron educación de calidad, sino también un espacio donde el amor, la inclusión y la aceptación eran los pilares fundamentales. Noemí y Mario describen cómo el colegio les ha enseñado a ver la discapacidad como algo normal, cultivando el amor hacia los demás y el amor propio. En este entorno integral, los niños aprenden desde habilidades académicas hasta el cultivo de frutas y verduras, y la cocina.
¿Qué destaca de la escuela?
Hoy en día, los dos hijos de Noemí y Mario estudian en el Colegio Síndrome de Amor. La felicidad de ver a Cristian en un ambiente inclusivo, donde todos sus hijos pueden convivir sin barreras, es un logro inmenso. Han superado sus miedos y han construido una confianza plena en la institución y en el futuro de Cristian.
La historia de Cristian y su familia es un testimonio inspirador de la importancia de la inclusión y el impacto positivo que puede tener en la vida de una persona. Nos enseñan que, a pesar de los obstáculos, el amor y la determinación pueden abrir puertas y cambiar destinos.
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